La obesidad sigue cebándose con los niños estadounidenses: un nuevo estudio encuentra que las tasas de obesidad grave han aumentado en un periodo de 15 años.
Al examinar los datos nacionales desde 1999 a 2014, los investigadores hallaron que un tercio de los niños estadounidenses de 2 a 19 años tenían sobrepeso, casi una cuarta parte eran obesos y más de un 2 por ciento tenían una obesidad grave.
"A pesar de los informes recientes, todas las categorías de obesidad han aumentado de 1999 a 2014, y no hay evidencias de una reducción en los últimos pocos años", dijo la investigadora principal, Asheley Skinner, del Instituto de Investigación Clínica Duke en Durham, Carolina del Norte.
Se necesita con urgencia un tratamiento para los 4.5 millones de niños con obesidad grave, dijo Skinner, e indicó que tienen un riesgo más alto de enfermedad cardiaca, diabetes tipo 2 y cáncer que los niños con formas más leves de obesidad.
"A menos que hagamos grandes cambios a nivel nacional, no vamos a ver grandes cambios en la obesidad", afirmó Skinner.
"Hemos creado una cultura en que los niños no son muy activos y donde es habitual y fácil comer comida rápida, pero eso no significa que no podamos cambiarla", eso.
La concienciación y los esfuerzos por combatir la obesidad están aumentando, pero ninguna medida aislada resolverá el problema, comentó Skinner. Por ejemplo, mejorar los almuerzos escolares por sí mismo no tendrá un gran impacto, porque los niños siguen viviendo en un ambiente lleno de influencias que les animan a comer mal y estar inactivos, dijo.
"Pero si se cambia el almuerzo escolar y se aumentan las oportunidades para la actividad física y se facilita a los padres el acceso a alimentos más saludables, entonces se empieza a crear un ambiente que respalda el que se tenga un peso saludable", dijo.
El informe aparece en la edición del 25 de abril de la revista Obesity.
Con los datos de la Encuesta nacional de examen de salud y nutrición de EE. UU. de 1999 a 2014, Skinner y sus colaboradores hallaron que más del 33 por ciento de los niños estadounidenses tienen sobrepeso, lo que significa que su IMC (índice de masa corporal) estaba por encima del percentil 85 para los niños de su edad. El IMC es una medida estándar de la grasa corporal basada en la estatura y el peso.
En 2013-2014, casi el 24 por ciento eran obesos (por encima del percentil 95). Y el 2.4 por ciento tenían una obesidad grave (más del 140 por ciento del percentil 95). Esto fue un 2.1 por ciento más alto que en 2011-2012, descubrieron los investigadores.
En un lenguaje sencillo, una niña de 9 años que mida 4 pies y 3 pulgadas (129.5 cm) y pese 89 libras (40 kg) es obesa, y cae en el percentil 97, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU.
Los niños negros e hispanos tienen la prevalencia más alta de obesidad grave, según el estudio.
Sin embargo, no todos se mostraron de acuerdo con hallazgos del estudio.
"Depende de cómo se mire. Hay otros datos que muestran que la obesidad no está aumentando, sino que se ha estabilizado", dijo el Dr. William Dietz, autor de un editorial acompañante de la revista. Dietz es el director del Centro Global de Prevención y Bienestar de la Universidad George Washington, en Washington, D.C.
Pero Dietz no duda de que la prevalencia de la obesidad grave esté aumentando. Hay más niños que ya tienen obesidad que están llegando a la obesidad grave, dijo, pero hay menos niños que se estén volviendo obesos en primer lugar.
Sugirió que la solución es crear políticas que prevengan la obesidad. "Una vez que un niño tiene obesidad, es mucho más difícil que pierda peso", explicó Dietz.
"No tenemos suficientes médicos para tratar la obesidad grave en los niños", dijo. "Tenemos que pensar en qué otros cuidados y servicios comunitarios podrían tener un impacto".
Por ejemplo, los programas de la YMCA han sido efectivos a la hora de reducir la obesidad en los adultos, indicó Dietz. "En este momento, no tenemos un buen equivalente para los niños", señaló.
La clave para prevenir la obesidad es "hacer que las elecciones más saludables sean más fáciles", comentó Dietz. Por ejemplo, no tener refrescos y bebidas azucaradas de frutas en la nevera, poner la fruta y la verdura en primera línea en los almuerzos de las escuelas y poner impuestos a los refrescos para reducir el consumo son modos de ayudar a las personas a escoger alimentos más saludables, sugirió.
"Estos tipos de estrategias ambientales son cosas en las que deberíamos pensar", dijo Dietz.
Fuente: Medline Plus
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