Varios estudios habían apuntado a los beneficios de incluir el picante en la dieta para prevenir diferentes tipos de cáncer, como el de boca, ya que sociedades como la mexicana o la india, donde el uso de esta especia es básica en el día a día de la población, sufren menos enfermedades oncológicas. Ahora un informe realizado por un equipo de investigadores de la Universidad de San Diego (California) explica que incluir la capsaicina –el ingrediente que compone las guindillas– en las comidas activa un receptor de células que recubren el intestino y reducen el riesgo de tumores de colon.
El estudio, publicado en la revista ‘Journal of Clinical Investigation’, señala que este receptor –llamado receptor de potencial transitorio V1 o TRPV1– se encuentra en las neuronas sensoriales, donde actúa como un centinela para percibir el calor, la acidez y los productos químicos picantes que hay en el medio ambiente. «Todos estos estímulos son potencialmente nocivos para las células», explica el autor principal del estudio, Eyal Raz.
Además, en este caso los investigadores descubrieron que TPRV1 también está en las células epiteliales de los intestinos, donde se activa por receptor del factor de crecimiento epidérmico (EGFR). Como las mutaciones que afectan a la expresión o actividad del EGFR pueden provocar cáncer, los científicos demostraron que es un motor «básico» para la proliferación celular en el intestino, cuyo revestimiento epitelial se reemplaza aproximadamente cada cuatro o cinco días. «Se requiere un nivel mínimo de actividad de EGFR para mantener la rotación normal de las células en el intestino, pero si la señalización de EGFR no tiene restricciones, aumenta el riesgo de desarrollar un tumor», destaca otro de los autores del estudio, Petrus Jong.
Así, los científicos demostraron que cuando el EGFR activa el TRPV1, comienza un proceso que reduce el riesgo de aparición de células no deseadas y el desarrollo de tumor intestinal. «Los resultados muestran que el epitelio TRPV1 funciona como un supresor de los tumores del intestino», revela Jong. Además, los estudios moleculares de las muestras de cáncer de colon observaron múltiples mutaciones en el gen TRPV1, aunque Raz señaló que en la actualidad «no hay evidencia directa» de que la deficiencia de TRPV1 sea un factor de riesgo para el cáncer de colon en humanos, lo que analizarán «en futuros estudios clínicos».
Pero si ese fuera el caso, el estudio actual sugiere que el remedio podría ser la capsaicina, ya que el picante actúa como un irritante en los mamíferos, lo que genera una sensación de ardor en contacto con los tejidos. La capsaicina se usa ya como analgésico en muchos casos, ya que sus propiedades relajan los nervios y los hacen incapaces de informar del dolor al cerebro. Para llevar a cabo el estudio, los investigadores alimentaron con capsaicina a ratones genéticamente propensos a desarrollar múltiples tumores intestinales y el tratamiento consiguió que estos ratones redujeran su carga tumoral y el 30% de ellos prolongaron su esperanza de vida. El tratamiento fue aún más eficaz cuando se combinó con celecoxib, un fármaco antiinflamatorio que se utiliza en algunos casos de artritis o para aliviar el dolor.
«Nuestros datos demuestran que los individuos con un alto riesgo de desarrollar tumores intestinales podrían beneficiarse enormemente de la activación del receptor TRPV1», explica el profesor Raz. El caso más llamativo para los investigadores es el de México, donde los casos de cáncer bucal, por ejemplo, es mínimo, a pesar de su elevado consumo de alcohol, una sustancia que está considerada como uno de los principales potenciadores de la patología, lo que hace suponer que el fenómeno azteca se debe a que incluyen habitualmente chile y cayena en sus platos.
Fuente: Hoy
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