Científicos del Dartmouth College en Lebanon, Estados Unidos, han descubierto que las mujeres que se someten a una mamografía que sugiere la presencia de un cáncer de mama que luego se acaba descartando, lo que se conoce como falsos positivos, aumentan "ligeramente" sus niveles de ansiedad sin que afecte a su estado de salud, ya que suele disiparse al cabo de un año.
Así se desprende de los resultados de un estudio publicados en el último número la revista 'JAMA Internal Medicine', cuya autora Anna Tosteson insiste en que dicho hallazgo debe reforzar la necesidad de ser rigurosos a la hora de realizar exploraciones médicas e informar de sus resultados a los pacientes.
Los falsos positivos se dan cuando los resultados de una primera mamografía sugieren un posible cáncer de mama pero, en realidad, no existe tal tumor, lo que finalmente suele confirmarse mediante nuevas pruebas o biopsias más invasivas.
En concreto, se estima que las mujeres que se someten a una mamografía anual tienen un 61 por ciento de probabilidades de haber sufrido un falso positivo al cabo de 10 años.
Además de las molestias de tener que someterse a pruebas adicionales para descartar o confirmar la presencia del tumor, algunas sociedades científicas llevan años alertado del impacto emocional que pueden ocasionar estos falsos positivos en las mujeres que los sufren y piden tenerlo en cuenta a la hora de decidir quiénes y a partir de qué edad deben someterse a esta prueba.
En este nuevo estudio, los investigadores utilizaron datos de 1.028 mujeres que participaban en un estudio que ponía a prueba la fiabilidad de un nuevo equipo de mamografía, en el que se detectaron 534 casos de cáncer de mama tras una primera exploración que luego resultaron ser falsos, mientras que en las otras 494 mujeres los resultados fueron negativos.
Las mujeres fueron entrevistadas después de la primera mamografía y un año más tarde, para ver también cuál había sido la evolución de quienes sufrieron un falso positivo.
En sus primeras respuestas, justo después de la primera mamografía, las mujeres a las que se les detectó un tumor presentaban más ansiedad que las que estaban sanas. En una escala de 20 a 80 en la que las puntuaciones más altas indicaban una mayor ansiedad, las mujeres con un falso positivo obtuvieron una media de 35 puntos, frente a los 33 de las mujeres del grupo negativo. Y un año más tarde, la puntuación del primer grupo bajó hasta los 34 puntos, mientras que el segundo grupo mantenían estables sus niveles de ansiedad.
Asimismo, las mujeres del grupo de falsos positivos también eran más propensas a querer someterse a otra prueba dos años más tarde después de conocer los resultados de la prueba, un 26 por ciento, frente al 14 por ciento de las que dieron negativo.
Tras estos resultados, Tosteson defiende que se deben analizar de forma más detallada los efectos que pueden conllevar los falsos positivos en la salud general de estas mujeres, a la hora de ser más precisos a la hora de fijar el inicio de los programas de cribado.
Fuente: infosalus