Un equipo de científicos, liderados por Paul S. Mischel, del Instituto Ludwig para la Investigación del Cáncer y profesor en el Departamento de Patología de la Escuela de Medicina de la Universidad de California, en San Diego, Estados Unidos, ha descubierto que las células de cáncer del cerebro resisten la terapia rebajando la mutación génica a la que se dirigen los fármacos para luego volver a amplificar esa alteración promotora del crecimiento después de que la terapia se ha detenido.
"Este descubrimiento tiene importantes implicaciones clínicas, ya que si las células cancerosas pueden evadir la terapia por un mecanismo de 'ocultación y búsqueda', entonces es probable que se traduzca en mejores resultados para los pacientes con el enfoque actual [de las terapias de drogas]", señala este investigador del estudio, cuyos resultados publica este jueves en su edición digital la revista 'Science'.
En los últimos años, las nuevas terapias contra el cáncer han surgido para dirigirse a las delatoras mutaciones genéticas para de identificar las células cancerosas específicas para su destrucción. Por desgracia, también han aparecido una serie de "mecanismos de resistencia", entre ellas, una supresión incompleta de la diana, mutaciones en un segundo sitio y la activación de las quinasas alternativas o enzimas que mantienen las señales promotoras del crecimiento del cáncer en sí.
"La mayoría de la investigación se dirige a desarrollar mejores medicamentos o mejores combinaciones de fármacos para suprimir estas señales descendentes", dice Mischel . "Sin embargo, una cosa que no ha sido considerada cuidadosamente es si las células cancerosas son capaces de modular los niveles y, por lo tanto, su dependencia del blanco de la droga, evadir la terapia y luego volver a adquirir el oncogén para promover el crecimiento del tumor cuando la droga se retira", añade.
Mischel y sus colegas, entre ellos Webster K. Cavenee y Frank B. Furnari, del Instituto Ludwig y la Universidad de California analizaron el comportamiento del glioblastoma multiforme (GBM), el cáncer cerebral primario maligno más frecuente en los adultos, del que se diagnostican más de 9.000 nuevos casos cada año en Estados Unidos y cuyos tratamientos efectivos son limitados.
Los tumores son agresivos y resistentes a las terapias actuales, tales como la cirugía, la radiación y la quimioterapia, y la tasa de supervivencia media para los pacientes con diagnóstico reciente de GBM es sólo de 14 meses.
GBM se caracteriza por una variante mutada del receptor del factor de crecimiento epidérmico conocido como EGFRvIII, que se encuentra en el ADN extracromosómico en las células cancerosas y promueve el crecimiento del tumor. Algunas de las nuevas drogas matan las células cancerosas mediante la supresión o inhibición de EGFRvIII, pero pierden eficacia cuando pronto se desarrolla resistencia a los medicamentos.
Los investigadores encontraron que esta resistencia puede deberse a las células del cáncer se deshacen temporalmente de su extracromosómico EGFRvIII, que esencialmente las hace invisibles a los medicamentos en busca de la mutación particular y, cuando se detiene el tratamiento farmacológico, EGFRvIII reaparece en los niveles anteriores y se recupera el crecimiento tumoral acelerado. "Es la primera demostración de que la pérdida reversible de un oncogén en el ADN extracromosómico puede llevar a resistencia a los medicamentos dirigidos contra el cáncer", apunta Mischel.
Fuente: Europapress