El cáncer cerebral, el glioblastoma, es un adversario feroz y formidable. Entre sus millones de víctimas se cuentan el senador John McCain, el hijo del presidente Biden, Beau, y el famoso crítico de cine Gene Siskel, por nombrar sólo a unos pocos. La mayoría de los pacientes sucumben a los dos años y pocos superan los cinco, una estadística que no ha mejorado en décadas debido a la falta de opciones de tratamiento eficaces.
"La agresividad del glioblastoma es notoria", afirma Alea Mills, profesora del Cold Spring Harbor Laboratory (CSHL). "Lo normal es operar, tratar con fármacos agresivos y esperar lo mejor". Pero ahora, Mills y sus colegas han descubierto en este cáncer mortal una vulnerabilidad, conocida como BRD8, que podría conducir finalmente a nuevas opciones de tratamiento y mejores resultados para los pacientes.
El equipo del CSHL resolvió recientemente un misterio de décadas en torno a la agresividad del glioblastoma vinculando la proteína BRD8 a otra proteína, llamada P53. La P53, un componente básico de las defensas naturales del organismo contra el cáncer, impide que las células crezcan en exceso y se conviertan en tumores. Casi todos los cánceres dependen de que P53 mute y, por tanto, quede inutilizada. Pero, extrañamente, en la mayoría de los casos de glioblastoma, P53 sale indemne. "Entonces, ¿por qué este cáncer actúa como si P53 estuviera estropeado?", se preguntó el becario postdoctoral del CSHL Xueqin Sun. Esta pregunta crucial llevó al equipo de Mills a descubrir que BRD8 se había rebelado en el glioblastoma, paralizando P53 de una forma completamente nueva.
BRD8 cierra el acceso a los genes en los cromosomas. Si un gen está fuertemente enrollado, no puede utilizarse: es como si estuviera "dormido". Mills y su equipo revelaron que BRD8 estaba inapropiadamente activo en el glioblastoma, manteniendo en reposo muchas de las defensas anticancerígenas críticas de P53. Cuando los investigadores inactivaron BRD8 mediante edición genómica, el "arsenal" de P53 se despertó de repente y empezó a bloquear el crecimiento tumoral.
"Es como si BRD8 dijera 'NO ENTRAR' al poder de prevención tumoral de P53, pero cuando golpeamos BRD8 de la forma adecuada -entrando ahí casi como un bisturí, pero molecularmente- el tumor es aniquilado", explica Mills. Ella y su equipo implantaron células tumorales de pacientes con glioblastoma en ratones y observaron cómo crecían los tumores en el cerebro. Cuando se inactivó BRD8, se desbloqueó P53: los tumores dejaron de crecer y los ratones vivieron más tiempo.
El hallazgo sugiere que los fármacos dirigidos al corazón de BRD8 podrían funcionar contra el glioblastoma. Mills espera que el descubrimiento de su equipo ayude a convertir este mortal cáncer cerebral en una enfermedad tratable y, por primera vez en una generación, a prolongar la esperanza de vida de los pacientes a los que se les diagnostica.