Los investigadores del Instituto Paul Scherrer PSI han probado varios métodos para comprobar su eficacia en la lucha contra determinados tipos de cáncer.
Descubrieron que la combinación de dos preparados era mucho más eficaz que el tratamiento con una sola de las dos sustancias activas.
Los resultados se han publicado hoy en la revista médica Pharmaceutics.
La combinación de un principio activo basado en la rapamicina y un péptido con el radionúclido lutecio puede inhibir eficazmente el crecimiento de los tumores.
Este es el principal resultado de un estudio realizado por investigadores del Instituto Paul Scherrer en colaboración con colegas de la Universidad de Basilea y la ETH de Zúrich. El estudio se basa en investigaciones anteriores sobre radiofármacos realizadas en el ISP.
Para tratar los tumores con radiofármacos, los investigadores acoplan radionúclidos con determinadas moléculas que se acoplan especialmente bien a las células tumorales y son absorbidas por ellas.
En este caso concreto utilizan minigastrina combinada con el radionúclido lutecio-177.
La minigastrina radiactiva se acopla a un receptor específico situado en la superficie de la membrana de la célula cancerosa, desde donde el fármaco es transportado al interior de la célula.
El problema es que parte del radiofármaco que se acopla al receptor se ha desarrollado a partir de la gastrina, una sustancia natural que se encuentra en el cuerpo humano.
Normalmente es la responsable de liberar el ácido del estómago para ayudar a la digestión de los alimentos.
Las células gástricas sanas también producen el receptor, por lo que el radiofármaco también se acopla a ellas.
Las células gástricas sanas también absorben el fármaco, por lo que también pueden resultar dañadas.
Michal Grzmil, biólogo especializado en cáncer del Centro de Ciencias Radiofarmacéuticas del PSI, explica: "La idea que subyace a la nueva terapia combinada es que la sustancia basada en la rapamicina sólo manipula las células cancerosas para que produzcan más moléculas receptoras y así absorban mayores cantidades del radionúclido".
El objetivo es que la dosis del radiofármaco absorbida por el estómago no produzca efectos secundarios excesivos.
Una vez acoplado a la célula cancerosa, la radiación del lutecio destruye el ADN de las células y, en el mejor de los casos, las mata y tiene un efecto terapéutico sobre el tumor.
Aunque este tipo de terapia ya se utiliza en la práctica, este nuevo descubrimiento mejora notablemente su eficacia.
Durante su investigación, los científicos descubrieron que al utilizar una combinación de la sustancia activa rapamicina y el radiofármaco, el nivel de radiación que entra en el tumor es mucho mayor, mientras que el nivel en el estómago se mantiene igual.
"Hemos determinado que esto nos permite inhibir el crecimiento del tumor aproximadamente a la mitad en comparación con la administración de rapamicina por sí sola", afirma Martin Béhé, jefe del Grupo de Farmacología del Centro de Ciencias Radiofarmacéuticas del PSI.
Este método es especialmente adecuado para el tratamiento del cáncer medular de tiroides (CMT) y actualmente es objeto de ensayos clínicos realizados en estrecha colaboración con Debiopharm International, una empresa farmacéutica con sede en Lausana, y el Hospital Universitario de Basilea.
El MTC es el tercer tipo de cáncer de tiroides más frecuente.
Aunque es bastante raro, ya que representa menos del diez por ciento de todos los cánceres de tiroides, se encuentra entre las variedades especialmente agresivas, ya que hace metástasis con facilidad.
Alrededor de una cuarta parte de estos tumores se deben a factores hereditarios, por lo que a veces incluso se ven afectados niños o adultos jóvenes.
El isótopo lutecio-177 ofrece varias ventajas para el tratamiento de este tipo de tumores: emite tanto radiación beta como gamma.
La radiación beta sólo recorre unos milímetros en el cuerpo.
En cuanto el radiofármaco se fija, puede destruir directamente el tumor sin dañar el tejido circundante.
La radiación gamma, en cambio, vuelve a salir del cuerpo y puede ser detectada y medida por una cámara gamma.
A partir de estas lecturas, la cámara produce una imagen que muestra la acumulación de la sustancia radiactiva en el cuerpo y muestra la propagación del cáncer medular de tiroides.
"Todavía tenemos que optimizar el método mediante ensayos clínicos", afirma Martin Béhé.
Pero es optimista en cuanto a que estos ensayos corroborarán los resultados obtenidos hasta la fecha y calcula que el tratamiento estará ampliamente disponible en unos años.
Fuente: Paul Scherrer Institute