En las circunstancias adecuadas, las células T del organismo pueden detectar y destruir las células cancerosas.
Sin embargo, en la mayoría de los pacientes con cáncer, las células T se desarman una vez que entran en el entorno de un tumor.
Los científicos intentan ahora encontrar formas de ayudar a tratar a los pacientes poniendo en marcha esas células T desarmadas.
Gran parte de la investigación en este campo, conocido como inmunoterapia del cáncer, se ha centrado en encontrar formas de estimular directamente esas células T.
Los investigadores del MIT han descubierto ahora una posible nueva forma de activar indirectamente esas células T, reclutando una población de células inmunitarias auxiliares llamadas células dendríticas.
En un nuevo estudio, los investigadores identificaron un subconjunto específico de células dendríticas que tienen una forma única de activar las células T.
Estas células dendríticas pueden revestirse de proteínas tumorales, lo que les permite hacerse pasar por células cancerosas y desencadenar una fuerte respuesta de las células T.
"Sabíamos que las células dendríticas son increíblemente importantes para la respuesta inmunitaria antitumoral, pero no sabíamos en qué consiste realmente la respuesta óptima de las células dendríticas a un tumor", afirma Stefani Spranger, catedrática de desarrollo profesional Howard S. y Linda B. Stern en el MIT y miembro del Instituto Koch de Investigación Integral del Cáncer del MIT.
Los resultados sugieren que encontrar formas de estimular esa población específica de células dendríticas podría ayudar a mejorar la eficacia de la inmunoterapia contra el cáncer, afirma.
En un estudio con ratones, los investigadores demostraron que la estimulación de estas células dendríticas ralentizaba el crecimiento de los tumores de melanoma y de colon.
Spranger es el autor principal del estudio, que aparece hoy en la revista Immunity.
La autora principal del trabajo es la estudiante de posgrado del MIT Ellen Duong.
Cuando los tumores comienzan a formarse, producen proteínas cancerígenas que las células T reconocen como extrañas.
En ocasiones, esto permite a las células T eliminar los tumores antes de que alcancen un gran tamaño.
En otros casos, los tumores son capaces de secretar señales químicas que desactivan las células T, permitiendo que los tumores sigan creciendo sin control.
Se sabe que las células dendríticas ayudan a activar las células T que combaten los tumores, pero hay muchos subtipos diferentes de células dendríticas, y sus funciones individuales en la activación de las células T no están totalmente caracterizadas.
En este estudio, el equipo del MIT quería investigar qué tipos de células dendríticas participan en las respuestas de las células T que eliminan con éxito los tumores.
Para ello, encontraron una línea celular tumoral, procedente de un tipo de tumor muscular, que ha demostrado retroceder espontáneamente en ratones.
Este tipo de líneas celulares son difíciles de encontrar porque los investigadores no suelen mantenerlas si no pueden formar tumores, dice Spranger.
Estudiando ratones, compararon los tumores producidos por esa línea celular regresiva con un tipo de carcinoma de colon, que forma tumores que aumentan de tamaño tras ser implantados en el cuerpo.
Los investigadores descubrieron que en los tumores progresivos, la respuesta de las células T se agotaba rápidamente, mientras que en los tumores regresivos, las células T seguían siendo funcionales.
A continuación, los investigadores analizaron las poblaciones de células dendríticas que estaban presentes en cada uno de estos tumores.
Una de las principales funciones de las células dendríticas es recoger los restos de las células moribundas, como las células cancerosas o las infectadas por un patógeno, y luego presentar los fragmentos de proteínas a las células T, alertándolas de la infección o el tumor.
El tipo más conocido de células dendríticas necesarias para la inmunidad antitumoral son las DC1, que interactúan con las células T capaces de eliminar las células cancerosas.
Sin embargo, los investigadores descubrieron que las células DC1 no eran necesarias para la regresión tumoral.
En su lugar, utilizando la tecnología de secuenciación de ARN unicelular, identificaron un estado de activación previamente desconocido de las células DC2, un tipo diferente de célula dendrítica, que impulsaba la activación de las células T en los tumores en regresión.
El equipo del MIT descubrió que, en lugar de ingerir restos celulares, estas células dendríticas arrebatan las proteínas denominadas complejos MHC de las células tumorales y las despliegan en sus propias superficies.
Cuando las células T se encuentran con estas células dendríticas disfrazadas de células tumorales, se activan fuertemente y comienzan a matar las células tumorales.
Esta población especializada de células dendríticas parece ser activada por el interferón de tipo uno, una molécula de señalización que las células suelen producir en respuesta a una infección viral.
Los investigadores encontraron una pequeña población de estas células dendríticas en los tumores de colon y melanoma que progresan, pero no se activaban adecuadamente.
Sin embargo, si trataban esos tumores con interferón, las células dendríticas empezaban a estimular a las células T para que atacaran a las células tumorales.
Algunos tipos de interferón se han utilizado para ayudar a tratar el cáncer, pero pueden tener efectos secundarios generalizados cuando se administran por vía sistémica.
Los resultados de este estudio sugieren que podría ser beneficioso administrar el interferón de forma muy selectiva a las células tumorales, o utilizar un fármaco que provoque que las células tumorales produzcan interferón de tipo I, afirma Spranger.
Los investigadores planean ahora investigar qué cantidad de interferón de tipo I se necesita para generar una fuerte respuesta de las células T.
La mayoría de las células tumorales producen una pequeña cantidad de interferón de tipo I, pero no la suficiente como para activar la población de células dendríticas que vigoriza las células T.
Por otra parte, un exceso de interferón puede ser tóxico para las células.
"Nuestro sistema inmunitario está programado para responder a las diferencias de matiz en el interferón de tipo I de forma muy dramática, y eso es algo que resulta intrigante desde una perspectiva inmunológica", afirma Spranger.
Fuente: Massachusetts Institute of Technology
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