Cuando un miembro de la familia es diagnosticado de una enfermedad oncológica, está se precipita en una crisis emocional, asociado no solo a la amenaza de perder a su ser querido sino que también a la reaparición del fantasma de inmortalidad del paciente y de su familiar, afectando profundamente los contextos psicológicos, conductuales, espirituales, sociales y culturales de este sistema. Se modifican las rutinas diarias, los planes futuros, las significaciones y sentimientos, generando cuestionamientos de lo que fue o pudo ser su vida.
En esta etapa de la vida en donde los profesionales que acompañan este proceso tienen como centro al enfermo y su familia, independiente de la edad de quien afronte una enfermedad oncológica, pudiendo ser un niño, adolescente, adulto o persona mayor.
En la totalidad de las ocasiones el enfermo sufre, tanto por la situación de sus familias como por su propia muerte, expresando preocupación e intranquilidad tanto por la carga que recaerá sobre ellos y ellas como la capacidad necesaria para hacer frente a este duelo. De igual forma la familia presenta preocupación por la angustia que aflige al enfermo.
En los casos de una red de apoyo escasa, las preocupaciones estarán asociadas a la incertidumbre de no saber quien los cuidara, visibilizándose esto mayormente en la población LGTBQI+ con un diagnóstico oncológico, debiendo como equipo de salud desplegar mayor contención por la gran angustia manifestada.
En los contextos de relaciones conyugales, la experiencia del cáncer perturba el balance emocional, se transforman las responsabilidades de los cónyuges, las actividades sociales y la economía familiar. Pasar de trabajar diariamente fuera de casa a adoptar un papel de cuidador o cuidadora dentro del domicilio, reduciendo la jornada laboral, incluir en la participación de tareas domésticas a otros integrantes de la familia como; tíos, primos, suegros, hace que exista indudablemente una reestructuración en la dinámica familiar.
Es por esto, que una de las dimensiones que más puede verse afectada, por una crisis no normativa que es una enfermedad oncológica, es la relación de pareja, quienes a partir de este diagnóstico deberán afrontar distintos desafíos, los que dependerá de la etapa del ciclo vital en la que se encuentren, si hay niños, niñas, adolescentes, adultos mayores, afrontamiento de crisis anteriores y si cuentan con buena red de apoyo familiar (Rojas, 2019).
De esta manera, es importante reconocer e identificar las distintas situaciones en una relación de pareja que causen o refuercen los principales temores que afronten ante una enfermedad oncológica como; el temor al rechazo, frustración y resentimientos. Es aquí donde se hace más necesario e importante que el equipo de salud pueda dar acogida al sufrimiento del paciente y su entorno, evaluando sus preocupaciones y temores, permitiendo expresar libremente lo que les ocurre, favoreciendo así un adecuado afrontamiento a la enfermedad.
Esperamos que esta instancia de aprendizaje y que los temas elegidos, puedan incentivar y ser útiles en la práctica clínica de nuestros colegas.
Ps. Andrea Elina Ortiz Sanhueza (Especialista en Psicooncologia y Cuidados Paliativos)
Asesora Técnica de la Mesa de Cuidados Paliativos del Ministerio de Salud de Chile (Minsal)
*Nota: Por un defecto del sistema, las fechas no se corresponden a la actualidad,pero TODOS y cada uno de los videos estan publicados el dia 28 de Junio de 2021 y el contenido es ACTUALIZADO