por la reportera de ecancer Saira Ahmed
La pandemia de COVID-19 ha provocado importantes trastornos en el diagnóstico y el tratamiento del cáncer en muchas partes del mundo. Los pacientes con cáncer también corren un alto riesgo de contraer una infección grave por COVID-19 debido a su edad, su enfermedad, el tratamiento del cáncer y las comorbilidades médicas.
Los pacientes con cáncer en los países de ingresos bajos y medios (PIBM) están más desfavorecidos que los de los entornos de ingresos altos debido al acceso desigual a las vacunas contra la COVID-19 en unos sistemas sanitarios ya frágiles.
En la actualidad, la mayoría de las directrices recomiendan la vacunación con COVID-19 para los pacientes con cáncer. Una encuesta reciente publicada en The Lancet Oncology explora el panorama mundial de la vacunación contra la COVID-19 en pacientes con cáncer.
Refleja tanto los puntos fuertes como los débiles del programa de vacunación contra la COVID-19 para pacientes con cáncer en diferentes entornos de ingresos.
La falta de acceso a las vacunas (de cualquier tipo) sigue siendo el principal paso que limita a muchos pacientes con cáncer en algunas de las condiciones más vulnerables.
Sin embargo, incluso en los sistemas de salud con buenos recursos, es necesario abordar urgentemente algunas cuestiones, como la prioridad de la vacunación rápida contra la COVID-19 de los trabajadores sanitarios y los pacientes con cáncer, que es esencial para ayudar a la recuperación de los sistemas de atención del cáncer, ya que tratan de mitigar el impacto de los retrasos y las demoras en el diagnóstico y el tratamiento.
Teniendo en cuenta el desafiante y rápidamente cambiante panorama de las vacunas para los pacientes con cáncer, el Grupo de Trabajo sobre el Cáncer de COVID-19 emprendió una rápida evaluación de la actual disponibilidad mundial de las vacunas de COVID-19 y sus estrategias para cubrir a los pacientes con cáncer y a los trabajadores sanitarios, hasta el 31 de marzo de 2021 inclusive.
Se encuestó a miembros del Grupo de Trabajo de 38 países, cubriendo todo el espectro de desarrollo, desde los entornos de bajos ingresos hasta los de altos ingresos, y se recibieron respuestas completas de 33 países.
Los resultados de este grupo de trabajo reflejan un panorama complejo y heterogéneo, que va desde programas de vacunación muy avanzados para pacientes con cáncer (por ejemplo, en el Reino Unido) hasta países como Irak y Guatemala que aún no han recibido ningún suministro de vacunas.
Se observó que los países se encuentran en etapas muy diferentes de su despliegue de vacunación, con distintos niveles de planificación, adquisición y distribución, utilizando una amplia variedad de vacunas COVID-19.
Algunos países contaban con estrategias, políticas e infraestructuras nacionales claras y habían hecho progresos sustanciales en su programa de vacunación, mientras que muchos países todavía no tenían un plan claro ni recursos para facilitar la vacunación con COVID-19, ni siquiera a los grupos prioritarios.
Algunos países tienen planes nacionales de vacunación que sólo están empezando a desplegarse (por ejemplo, Nueva Zelanda).
La falta de programas de vacunación en el África subsahariana también contrasta con el mejor acceso y despliegue en América Latina y el Sudeste Asiático.
Además, ninguno de los 29 países más pobres del mundo, de los cuales la mayoría se encuentra en el África subsahariana, ha iniciado la vacunación contra el COVID-19.
En general, la mayoría de los países (n=22; 67%) contaban con estrategias nacionales de vacunación, y sólo cinco países no tenían planes. En la mayoría de las estrategias nacionales se dio prioridad a la vacunación de los trabajadores sanitarios, pero muchos países aún no han organizado la vacunación de los pacientes con cáncer.
De los 29 países con acceso a cualquier tipo de vacuna contra el COVID-19, sólo nueve (26%) están vacunando de forma rutinaria a sus pacientes con cáncer como parte de una estrategia nacional de vacunación.
Aunque muchos países tienen la intención de extender las vacunas a todos los grupos clínicamente vulnerables, incluidos los pacientes con cáncer, hay algunos para los que no existe una estrategia nacional a tal efecto.
La encuesta también reveló que se ha planificado muy poco la recogida sistemática de datos de los pacientes con cáncer que reciben las vacunas COVID-19.
Hay algunas excepciones; por ejemplo, el estudio VOICE en los Países Bajos. Países como Malasia, India y Turquía han desarrollado aplicaciones móviles a través de las cuales la gente puede registrarse para la vacunación.
Este programa permite al gobierno estudiar la aceptación, seguridad y eficacia de las vacunas COVID-19.
El Grupo de Trabajo aboga firmemente por que los países lleven a cabo estudios prospectivos para conocer la eficacia de las distintas vacunas en diferentes poblaciones con cáncer.
El autor de este estudio sugiere que es necesario un esfuerzo global para obtener datos homogéneos y de alta calidad de diversos entornos geográficos y de recursos para que esta información tenga un valioso impacto científico y social.
La Declaración Mundial sobre el Cáncer reconoce que para lograr reducciones importantes en las muertes prematuras, la educación innovadora y las oportunidades de capacitación para los trabajadores de la salud en todas las disciplinas de control del cáncer deben mejorar significativamente.
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