Por la : Dra. Luz Marina Cano
Md. MsC. Ph.D
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Los ritos han servido desde tiempo inmemorial para elaborar y dar reconocimiento y apoyo social a las emociones positivas y negativas, bodas, ritos de paso y funerales, pero ante la pandemia nos enfrentamos a la deshumanización de la muerte y la medicalización de la misma.
Las ceremonias funerarias han quedado postergadas por el coronavirus y se hace raro, casi tanto como la propia muerte, tener que prescindir de cualquier rito para decir adiós a alguien a quien se quiere, algo elemental en nuestra cultura. Pero hay más ritos que pueden hacerse. Y otros modos de sentir el calor de los nuestros. Los rituales de duelo, como el velatorio, el funeral y el entierro ayudan a las personas a aceptar el hecho de la muerte del ser querido, les aportan el soporte emocional a través de la compañía de amigos y familiares y les facilita un escenario donde canalizar las emociones ya cualquier muestra de dolor es aceptable y entendible. Pero ahora son imposibles. Nos hemos quedado sin los modos conocidos de despedirnos y nadie nos ha enseñado a encontrar otros.
Por motivos de seguridad, ya no se celebran ceremonias ni velatorios en ningún caso. Solo se permite que unas pocas personas, las más allegadas, se despidan del fallecido si no ha muerto por coronavirus, durante media hora. Los servicios de entierro e incineración transcurren con absoluta normalidad, pero sin ningún tipo de vela o exequias cuando la muerte ha sido causada por esta enfermedad. Pero ahora se muere en soledad, en el anonimato y la estigmatización social: aunque en todo momento ha habido sanitarios a su alrededor, trasmitiendo cariño y dedicación y ellos han sido conscientes de que en las circunstancias excepcionales que nos rodean, el aislamiento de familia, amigos y conocidos, y la labor de estos profesionales sin recursos y sin medios, que han dejado sus propias familias en casa para intentar salvarles, son todos actos de amor.
¿Cómo arranca el duelo sin rito?
Primero es necesario defininir el duelo y sus etapas y ulteriormente definir cual es la función del rito de muerte.
El duelo es el mecanismo mental consecuente a una pérdida a necesidad del rito de la muerte y la celebración religiosa en personas creyentes, pero se insiste en el impacto al no hacerse el duelo correcto es el mismo que en cualquier otra situación. “Dependerá del tipo de vínculo y de cómo se haya llevado a cabo.
El duelo es el proceso psicológico que se produce tras una pérdida, una ausencia, una muerte o un abandono. Es diferente para cada persona. Se pueden sufrir diferentes síntomas emocionales y físicos como: ansiedad, miedo, culpa, confusión, negación, depresión, tristeza, shock emocional, etc.
El dolor por la pérdida se puede experimentar no solo por la muerte, sino cada vez que en la vida tenemos una experiencia de interrupción definitiva de algo, de pérdida, de distancia que no podrá ser cubierta. La experiencia emocional de enfrentarse a la pérdida, es lo que llamamos elaboración del duelo, que nos conduce a la necesidad de adaptación a una nueva situación.
ETAPAS DEL DUELO
Etapa Cognitiva del Duelo
Es una etapa que contiene 2 fases:
Fase de Negación: Es la primera reacción ante la pérdida. Nos permite amortiguar el dolor temporalmente. Permite a la psique separarse de la realidad traumática para poder asimilarla poco a poco.
Fase de Racionalización: es lo que usamos para entender lo que ocurre y al hacerlo nos aporta seguridad. Se trata de una necesidad como seres racionales que somos para poder interpretar la realidad externa. Por ello resultan tan necesarias las explicaciones del médico ante un fallecimiento o, o guía espiritual.
Etapa Emocional del Duelo
Esta etapa está compuesta de 4 fases:
Fase de Protesta: todas las relaciones tienen momentos buenos y malos. De éstos últimos, tendremos rabia acumulada a nivel inconsciente que en el momento de la pérdida de la relación puede hacerse más fácil su acceso.
Fase de Tristeza: La tristeza es la emoción asociada a la pérdida, por lo que en todo duelo habrá un espacio para ella. Hay que tener en cuenta que cuando hablamos de pérdida, no lo hacemos exclusivamente de la relación que se ha terminado, sino que también perdemos muchos elementos asociados.
Fase de Miedo: ante la pérdida de una relación se abre una nueva etapa en la que nos preguntaremos ¿Qué será de mí sin la relación que se acabó? Esto, por el mero hecho de conectarnos con lo desconocido nos hará sentir miedo. Su intensidad puede ser muy variable según lo que suponga para nosotros la pérdida.
Fase de Aceptación emocional: además de aceptar la pérdida a nivel racional, si hemos expresado las emociones que nos ha producido, estaremos disponibles para aceptar en el plano emocional. Cuando acompañamos a nuestros pacientes en un duelo, y nos encontramos en ésta fase, el paso será el de decir adiós.
Etapa de cierre
En la última etapa del Duelo tendremos en cuenta 3 fases:
Fase de Perdón: Como ya hemos comentado, en todas las relaciones hay momentos buenos y malos, y la tendencia suele ser que tengamos esos conflictos guardados en la recamara incluso durante años. En esta fase, será el momento de perdonar aquello que creamos haber padecido por estar en la relación que termina. Al llegar a éste punto, si sientes que hay cosas que no puedes perdonar, como en la fase anterior, es mejor volver a fases previas y seguir limpiando emociones “almacenadas”.
Fase de Gratitud: Si cognitivamente hemos aceptado la pérdida, hemos expresado emociones y al estar emocionalmente en paz, hemos perdonado aquello que nos hizo daño, podremos ver y agradecer aquello que la relación que termina no aportó. Este proceso permite cerrar el duelo con una capa positiva, constructiva y agradable, para que el recuerdo de la relación quede en positivo en la memoria.
Fase de Nuevos Apegos o Reapetura: es la fase en la que el proceso de despedida del duelo ya ha terminado y la persona se encuentra libre de la relación, lo que le va a permitir internamente, estar abierta a nuevas relaciones.
El rito de muerte
Como seres sociales y de celebraciones, tenemos ritos para toda ocasión, pero en particular el rito de muerte tiene un significado para quienes quieren dir tributo a quien fallece, no solo porque el ritual es consistente y congruente con el sistema de valores y creencia del individuo, sino por que es la puerta de entrada al duelo. En ese sentido el rito tiene tres funciones: el perdón, la gratitud y la trascendencia, asi como 3 funciones operativas: la estetica, la ontologica y física. El rito se convierte en un simbolo de haber pertenenecido a la vida y la sociedad, garantiza no quedar en el olvido y haber dejado huuella.
Los rituales de despedida son de gran ayuda para aceptar la pérdida: “Nos permiten ser conscientes de la realidad, expresar el dolor y a la vez recibir apoyo de los seres queridos. Todo ello queda bloqueado en este tipo de muertes rápidas. Además del gran impacto e intenso dolor, el familiar tendrá que enfrentarse en solitario a todos los trámites hospitalarios y funerarios, así como a la recogida de sus pertenencias”.
En el caso del COVID-19 Nos angustia pensar que nuestros seres queridos han muerto solos, no poder acompañarles en esas circunstancias y no poder abrazarnos entre nosotros, consolarnos y llorar juntos, ni celebrar los ritos de despedida, sean estos religiosos o no. En medio de esta emergencia hay que intentar ayudar a solventar estar situaciones y aportar ideas para la realización de rituales durante el confinamiento. Cuando esto pase será el momento de celebrar conjuntamente las ceremonias aplazadas.
En ausencia de rito, el duelo no inicia con el cierre de un ciclo. Sin rito nos enfrentamos inmediatamente al duelo complicado o patologico, que ocurre cuando los familiares o allegafos, dependiendo del vinculo quedan un tiempo prolongado en alguna de las fases o etapas. Esta es la razon de cuan importante en hablar con el nucleo familiar mas cercano sobre la voluntad anticipada y planear una nueva forma de tributar la existencia ante la muerte por coronavirus.
¿Cómo se sustituye?
El objetivo es hacer real la pérdida, ya que sin despedidas, se podría entrar en un proceso de negación, y compartir el dolor con los seres queridos, por eso es importante que los actos elegidos tengan significado para quienes los realizan.
Escribir una carta dirigiéndonos a la persona que hemos perdido y volcar en ella todo lo que nos habría gustado decir si no hemos tenido ocasión de hacerlo o nuestros sentimientos hacia ella y las cosas que nos ha aportado a nuestra vida.
Es bueno elegir una hora para quedar todos juntos, cada uno desde su lugar de aislamiento y con un objeto que para nosotros represente a esa persona, un regalo, una fotografía, lo que sintamos que simboliza lo que era y es para nosotros.
Encender una vela y proceder a alzar una oración en el caso de las personas religiosas o hacer una lectura elegida para ese momento o poner una canción concreta. Cada persona desde su casa tiene que ser consciente de que los demás miembros de la familia están haciendo lo mismo, y que, en la distancia, hay algo más importante que los une, los sentimientos.
Sembrar un planta o un arbol para resignificar la vida de quien ha fallecido.
Una pérdida es una situación muy difícil para cualquiera, en estos tiempos más y es posible que a pesar de estos rituales terapéuticos pueda desarrollarse un duelo patológico, en cuyo caso, es recomendable consultar con profesionales e iniciar una terapia de apoyo y resolución del duelo.
Finalmente les comparto la carta de despedida de mi padre cuando murió:
”Mocosa, la muerte es un proceso natural. Moriré en pocos días. Te preguntarás porque te traté diferente, porque debías leer tantos libros sobre muerte, trascendencia y metafísica. Y la razón es que te voy a dejar, pero estoy seguro que comprenderás porque moriré físicamente, entenderás porque mi último regalo es un libro de insufiencia renal; Probablemente lo entenderás más adelante en tu carrera. Estoy seguro que cuando parta de este plano físico no tendrás rabia, no llorarás mi ausencia, he hecho lo posible por mostrarte lo hay después de la muerte. Sabes también porque pedí salida voluntaria, no quiero más diálisis, no me voy a recuperar, sabes porque firmé mi muerte digna, Ya cerré mi ciclo aquí contigo, con tu mama y tu hermano. Ayúdales a entender porque me iré. En el repertorio de Kent encontrarás mi recorrido por esta enfermedad día por día. Desde el día que sentí el primer síntoma supe que el final ya estaba cerca. No podré disfrutar contigo tu carrera, pero dejo a tu padrino que la disfrutará como si fuera yo; pero no te preocupes que estaré contigo con cada paciente, con cada decisión que tomes, en tus sueños, en tu corazón. Me voy porque ya te enseñé todo lo que te quería enseñar. Haz lo mismo con la patojita y tú hermano. Siempre estaré contigo. Eres mi máximo orgullo, serás inigualable como médico y como persona. Sigue siendo auténtica y diferente, siempre serás mi diosa de la luz”.
Te amo mocosa.
Tu padre “tu caballero de los cabellos dorados”.
Asi como usted distinguido lector, si bien mi prósito de vida es acompañar hasta el ultimo dia de vida de mis pacientes, tambien he llorado mis propias perdidas.
Hasta la próxima…
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