Por el Dr. Vineet Datta, MD, MCEM (UK), FRCP (Glasg), FIMSA, CMQ/OE ASQ.
Mientras que continuamos luchando contra el brote de coronavirus, considerado como una de las crisis más grandes jamás presenciadas, no debería haber dudas con respecto a que, hechos como este, suelen cambiar el panorama mundial de maneras que nadie anticipó. El ecosistema sanitario ya tiene dificultades para sobrellevar el manejo de la pandemia actual y nuestra falta de preparación se hace evidente por las dificultades que los trabajadores del área de la salud y los gobiernos responsables siguen enfrentando cada día. La adecuación del equipo de protección personal, los contextos nacionales para realizar análisis eficaces sobre las diferencias de la pandemia y la ejecución integrativa de las estrategias de respuesta han variado de país en país. Una de las cuestiones clave ha sido cómo sobrevivir a esta pandemia con el menor daño posible para nuestra propia salud y para la de nuestros pacientes. La carga de las enfermedades no transmisibles (ENT o NCDs, por sus siglas en inglés) ha aumentado a un ritmo acelerado. Hasta un 60% de las muertes que se producen en el mundo se deben a estas ENT, tales como el accidente cerebrovascular, la mayoría de los cánceres, las enfermedades cardiovasculares y la diabetes. La mayoría de estas condiciones están relacionadas con el estilo de vida y son prevenibles si se detectan en la fase inicial de su malicioso desarrollo. En los países en los que las estrategias de detección del cáncer están menos desarrolladas, el impacto socioeconómico es más profundo.
Hacia mediados de abril de 2020, la propagación del coronavirus había resultado en más de 2 millones de casos y 130.000 muertes en el mundo. Incluso cuando la mayor parte de la población mundial ha estado en alguna forma de confinamiento físico durante las últimas semanas, la falta de fácil acceso a los servicios de salud, ha provocado nuevos y serios desafíos para los pacientes, especialmente para quienes padecen cáncer. Con la llegada del coronavirus, los médicos clínicos ahora luchan contra el cáncer, no solo para combatirlo y para limitar la enfermedad, sino que también batallan para realizar cuidados clínicos óptimos en presuntos pacientes y pacientes confirmados con cáncer, en un ecosistema peligroso e incierto. Algunos datos sugieren que los pacientes con cáncer tienen un riesgo más alto de desarrollar la COVID-19 de una forma más seria y potencialmente mortal. Mientras se esperan más datos, el actual enfoque de comenzar-detener-retrasar-suspender crea cada vez más confusión y una preocupación válida tanto para los pacientes como para sus cuidadores. A medida de que un mayor número de instalaciones sanitarias atienden a pacientes con COVID-19 en un ecosistema sanitario saturado y al borde del agotamiento, las aflicciones de los pacientes con cáncer continúan. Los posibles retrasos en los diagnósticos de presuntos pacientes, los retrasos en la programación de biopsias físicas y guiadas por imagen, la postergación de sesiones de quimioterapia, el posible incremento del riesgo de infecciones intrahospitalarias y la creciente acumulación de casos de pacientes que esperan un tratamiento definitivo, no pueden considerarse buenas noticias.
El incremento de la edad, las comorbilidades clínicas y la inmunosupresión, ponen a los pacientes con cáncer en un riesgo mayor de contraer enfermedades graves. Aunque los datos preliminares son limitados, indican resultados más deficientes de COVID-19 en pacientes con cáncer. Los datos también suponen que estos pacientes requieren intervenciones tempranas para minimizar la deterioración rápida. Mientras se esperan datos adicionales, el análisis inicial propone un riesgo más alto para pacientes con cáncer de necesitar cuidados intensivos, asistencia ventilatoria, o riesgo de muerte. Por supuesto, más datos nos ayudarán a realizar análisis más significativos.
Como cada cáncer es único, al igual que el paciente, los médicos clínicos deben asesorarlo con respecto a las opciones de terapia, a las ventajas y desventajas de retrasar los tratamientos y a decidir si los pacientes deben quedarse en casa para limitar la exposición al coronavirus o continuar con el tratamiento contra el cáncer según lo previsto. Acceder a los servicios de atención médica puede aumentar el riesgo de exposición al coronavirus de pacientes con cáncer y sus cuidadores, especialmente cuando hay que garantizar servicios hospitalarios como las cirugías o el manejo de complicaciones. Los trastornos en el entorno sanitario han restringido las oportunidades disponibles de inscripción de los pacientes con cáncer a ensayos clínicos durante la pandemia. Esta situación inquieta a aquellos pacientes que ya habían sido inscriptos y que se preocupan por la continuidad de las intervenciones de sus ensayos. Además, es crucial garantizar que la disponibilidad de la cadena de abastecimiento mundial de fármacos esenciales para el cáncer continúe sin interrupciones, en todos los países, para que los pacientes con cáncer continúen con su tratamiento. Una estrategia integral para proteger a los pacientes es garantizar también la protección del personal médico a través de capacitaciones apropiadas, del abastecimiento de equipos de protección personal, del acceso fácil a pruebas y de apoyo psicológico.
Varios países han utilizado una serie de tecnologías en su lucha contra la pandemia, incluyendo el aumento de vigilancia, el uso robots y drones, el tratamiento inteligente de imágenes, la atención médica a domicilio y el fomento al acceso a servicios médicos de telemedicina. Parece prudente aconsejar a los pacientes con cáncer que eviten acudir al hospital para minimizar la posible exposición a otras infecciones. El diagnóstico precoz de factores de riesgo claves es crucial para mejorar la prevención de enfermedades graves. Cada individuo es único, con su propia constitución, factores de riesgo y genética. La investigación genética ha aumentado rápidamente las oportunidades de incorporación de soluciones innovadoras en la práctica clínica. Aunque la adopción de soluciones genéticas basadas en sangre para tratar algunas de las condiciones más complejas está evolucionando, las soluciones ofrecidas hoy en día superan a las que estaban disponibles hace algunos años. Actualmente, los avances tecnológicos facilitan el descubrimiento de mejores marcadores biológicos, permitiendo que sean posibles las oportunidades de tratamiento tempranas y enfocadas. Los médicos clínicos pueden, hoy en día, utilizar muestras de sangre de un paciente para analizar fragmentos tumorales que normalmente se vierten en el torrente sanguíneo. Según el tumor, estos análisis biológicos como ADN, ARN y fragmentos celulares proporcionan un enfoque no invasivo para realizar perfiles moleculares de tumores sin tener que obtener tejido tumoral. Las biopsias líquidas ofrecen una utilidad efectiva para comprender mejor los aspectos moleculares en todo el espectro del cáncer, al ofrecer diagnósticos a los pacientes desde la comodidad y seguridad de sus hogares. Esto puede beneficiar a los pacientes de forma significativa al minimizar el riesgo de exposición al coronavirus, ya que les permite continuar con el distanciamiento social de forma eficaz.
En una época en la que el acceso a los recursos sanitarios sigue siendo un desafío, necesitamos estar abiertos a la adopción de tecnologías innovadoras, fiables y basadas en evidencia, que utilizan herramientas no invasivas prometedoras en el escenario del cáncer. Como por ejemplo, la evaluación tumoral basada en sangre para diagnosticar cáncer en situaciones en las cuales las biopsias físicas no puedan ser posibles o accesibles o en otras, en las que el contenido tumoral obtenido en biopsias físicas sea inadecuado. La ciencia molecular continúa ofreciendo un gran potencial en trasformar las estrategias actuales para prevenir, diagnosticar y tratar el cáncer. En los últimos años, la investigación genética ha incorporado rápidamente tales soluciones en la práctica clínica, pero todavía queda mucho por hacer.
Una vez que esta pandemia haya sido superada, el mundo podría ser muy diferente de aquel en el que habíamos estado viviendo hasta ahora. Sin duda, suscitará nuevos riesgos y oportunidades para todos los aspectos del cuidado de la salud, especialmente en la atención del cáncer. Debido a la pandemia actual, un número sin precedentes de pacientes y de personal de la saluda han perdido la vida. Debemos aprender de esta pandemia. Aún tenemos mucho por hacer, pero solo el compromiso y la determinación de manera continua, y el equipamiento con ciencia e innovación fiables, nos llevarán en la dirección correcta.
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