Un grupo internacional de investigadores, con participación de miembros de la Universidad de Sevilla y del Centro Andaluz de Biología Molecular y Medicina Regenerativa (Cabimer) acaban de publicar un estudio en la prestigiosa revista Science en el que describen una nuevo metodología que haría actuar a las células tumorales ante la quimioterapia que, a la espera de nuevos tratamientos, continúa siendo una herramienta fundamental en la lucha contra el cáncer.
Un grupo importante de agentes antitumorales basa su eficacia en la inducción de roturas en el ADN que afectan de manera preferente al crecimiento y la supervivencia de las células tumorales. Las roturas en el ADN producidas por estos agentes se caracterizan por contener unos bloqueos proteicos que necesitan eliminarse de los extremos de la rotura para permitir que el daño se repare y se reconstituya así, la integridad del material genético. Es decir, las roturas tienen que 'limpiarse' antes de poder volver a 'pegarse', lo que es esencial para garantizar el funcionamiento y la supervivencia celular. Por lo tanto, los mecanismos que limpian estas roturas, tanto en el tumor como en el tejido sano, determinan en gran medida la respuesta celular a estos agentes y, en última instancia, la eficacia del tratamiento y sus efectos secundarios.
"Hasta la fecha se pensaba que para la limpieza de los extremos de las roturas, era necesario un paso en el que el bloqueo proteico se degrada dejando pequeños residuos que se eliminan posteriormente de forma específica mediante la acción de una enzima altamente especializada llamada TDP2, y que descubrimos en 2009. En este trabajo demostramos que las roturas se pueden limpiar de forma directa, sin necesidad de degradación, mediante la acción de ZATT, una nueva proteína que identificamos y que tiene la capacidad de reestructurar y modificar los extremos para facilitar la actividad de TDP2", informa uno de los autores del estudio, el investigador del CSIC Felipe Cortés Ledesma.
En definitiva, los expertos señalan una nueva vía por la que las células pueden responder a la quimioterapia. Estos conocimientos deben constituir la base de futuras herramientas tanto de pronóstico como de intervención terapéutica. Es decir, por un lado, la funcionalidad de esta ruta de reparación puede emplearse para predecir la respuesta del tumor a la quimioterapia, lo que puede ayudar en la estratificación de pacientes y el diseño de tratamientos personalizados. Por otro lado, nuevas moléculas que inhiban la ruta TDP2-ZATT podrían emplearse para aumentar la sensibilidad de tumores a estos tratamientos y evitar el desarrollo de posibles resistencias.
Fuente: EurekAlert