Las mujeres que sobreviven a un cáncer de mama con frecuencia experimentan síntomas físicos y emocionales permanentes que se quedan sin tratamiento, sugiere una nueva investigación.
El 92 por ciento de las supervivientes a largo plazo al cáncer de mama reportan tener al menos tres síntomas que no reciben tratamiento para los cuales necesitan ayuda, según el estudio.
Las necesidades no atendidas más habituales son el dolor en las articulaciones, la fatiga y el aumento de peso, cada uno de los cuales afectaba a 1 de cada 4 sobrevivientes del estudio.
Las supervivientes que viven con más de una necesidad no cubierta también son más propensas a experimentar ansiedad y depresión, encontró el estudio.
Aunque el estudio contó con poco más de 100 mujeres mayoritariamente blancas y con educación universitaria en un centro oncológico, los hallazgos podrían ser importantes para los 2.8 millones de supervivientes al cáncer de mama que hay en el país, sugieren los autores del estudio.
Cuando se extrapolan estos resultados a la población general de supervivientes, "todo empeora mucho y muy rápidamente", dijo el autor principal del estudio, Steven Palmer. "Se termina hablando de cientos de miles de personas con necesidades no satisfechas en la comunidad".
Palmer, investigador científico en el Centro Oncológico Abramson de la Universidad de Pensilvania en Filadelfia, afirmó que el estudio enfatiza "una oportunidad real perdida de mejorar los resultados".
Los avances en el tratamiento del cáncer de mama han mejorado mucho el nivel de supervivencia. Hoy en día, el 89 por ciento de las pacientes pueden esperar vivir 5 años o más, indicaron Palmer y sus colaboradores.
Sin embargo, los autores del estudio sospechan que los síntomas de salud mental y físicos persistentes podrían ser el "precio a pagar por su supervivencia".
Hay muchas razones posibles por las que las mujeres no están recibiendo el alivio adecuado de sus síntomas, incluyendo la carencia de oncólogos, una continuidad deficiente de la atención médica con respecto a los problemas que surgen con la supervivencia, y la limitación del tiempo en las visitas al consultorio, explicó Palmer.
"Hay ciertas cosas en las que centrarse en una visita y serán del tipo: '¿Qué tal le va con el cumplimiento de los horarios para tomar tamoxifeno? ¿Se ha hecho las mamografías en el momento que tocaba?'", subrayó.
"Lo que yo creo es que prestamos más atención a la supervivencia que a lo que realmente significa con respecto al precio a pagar a largo plazo", observó Palmer.
Los médicos solían ver estos efectos secundarios a largo plazo como un "precio" del tratamiento, dijo la Dra. Kerin Adelson, que no participó en el estudio y que es oncóloga especializada en el cáncer de mama en Yale-New Haven Health, en Connecticut.
"Estamos aprendiendo cada vez más que los síntomas físicos y psicológicos que se quedan sin tratamiento se asocian con un peor cumplimiento y una peor calidad de vida", dijo Adelson.
"Es fundamental que empecemos a hacer preguntas a las pacientes sobre qué tal les va con respecto al dolor, a la función sexual, la imagen corporal y la salud emocional", enfatizó.
El estudio contó con 103 supervivientes del cáncer de mama que habían estado libres de la enfermedad durante al menos 3 años. Su edad promedio era de 63 años. El cáncer de mama no se había propagado a otras partes del cuerpo al inicio del estudio.
Las mujeres del estudio realizaron encuestas sobre la prevalencia y la gravedad de 19 síntomas habituales de la enfermedad y el tratamiento. También les preguntaron si les gustaría tener ayuda para gestionar algunos de estos síntomas.
En promedio, reportaron tener 9 síntomas, que más frecuentemente eran la fatiga, el dolor en las articulaciones, dificultades de memoria, aumento de peso, un menor deseo sexual, insomnio, ansiedad, resequedad vaginal y dificultad para la concentración.
El 65 por ciento tenían al menos una necesidad de ayuda que no había sido cubierta, mientras que la superviviente promedio reportó 3 necesidades que no habían sido satisfechas.
A Palmer le sorprendió ver una cantidad tan grande de mujeres que reportaron haber estado sufriendo síntomas molestos incluso durante 11 años, en promedio, después del diagnóstico.
"Estas cosas no las provocan los tratamientos actuales. Se trata de efectos a largo plazo", afirmó.
El 18 y el 3 por ciento de estas mujeres, respectivamente, reportaron tener unos niveles elevados de ansiedad y depresión. Pero estos síntomas fueron puntuados de forma baja entre las necesidades no satisfechas, ya que solo un 7 por ciento indicaron una necesidad de ayuda para alguno de estos problemas.
"No es mucho más alto de lo que se esperaría en la población general", pero eso no significa que la ansiedad y la depresión no sean una preocupación para algunas supervivientes, señaló Palmer.
Debido al diseño del estudio, los investigadores no pudieron determinar hasta qué punto estos efectos están relacionados con el cáncer de las pacientes o a los tratamientos que recibieron.
Los hallazgos fueron presentados recientemente en el Simposio Anual sobre el Cáncer de Mama de 2016 en San Antonio. Las investigaciones presentadas en reuniones por lo general se consideran como preliminares hasta que se publiquen en una revista médica revisada por profesionales.
Fuente: Medline Plus
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